Una historia que une toda la biblia 

Por Cristian Fierro Paredes

La Biblia no es solo un conjunto de libros antiguos, es una gran historia que une todo, desde el principio hasta el fin. Esta historia, nos muestra el plan de Dios para rescatar al ser humano y restaurar todo lo que el pecado rompió. Desde la creación, pasando por la caída, la redención en Cristo y la esperanza de una nueva creación, la Biblia nos revela a un Dios que ama, busca y salva. Todo en sus páginas apunta a Jesús, el centro de esta gran historia.

En el libro Vínculo Sagrado de Michael G. Brown y Zach Keele, no solo se puede comprender mejor la teología del pacto, sino que también podemos experimentar cómo Dios, en su gracia, puede darnos mayor luz en la lectura de la Biblia. Este libro no es simplemente una obra teológica más; es una herramienta que ayuda al lector a ver con mayor claridad el hermoso hilo rojo que une toda la Escritura: el pacto fiel de Dios con su pueblo, cumplido en Cristo.

La vida del verdadero cristiano se construye sobre la gloria de Dios como su fin último. Y es muy probable que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿cómo glorificamos a Dios con nuestras vidas de forma plena y coherente? La respuesta no solo la encontramos en nuestras acciones externas, sino en una comprensión profunda del plan redentor de Dios, revelado en su Palabra. Dios ha decidido relacionarse con su pueblo: a través de un pacto. La teología del pacto o también conocida como hermeneútica pactual sostiene que, desde la eternidad, Dios ha tratado con su pueblo mediante un único pacto de gracia, revelado progresivamente en la historia y establecido en Cristo desde antes de la fundación del mundo. Esta visión unificada y centrada en Cristo tiene profundas implicancias prácticas para la vida del creyente 

Michael G. Brown y Zach Keele escriben en su libro lo siguiente: “La teología del pacto es el método prescrito por la biblia para ayudarnos a entender las Escrituras correctamente.”(p.27)

Esta afirmación apunta al corazón de la teología monopactual1: una única historia de gracia, un solo Mediador, una sola promesa, una sola redención. Esta estructura se diferencia de otras visiones pactuales, una correcta comprensión de esta misma nos ayuda y transforma aún más para glorificar a Dios con mayor fidelidad y plenitud.

El término monopactual proviene del griego monos (uno) y pactum (pacto), y se refiere a la convicción de que Dios ha obrado con la humanidad en base a un único pacto eterno de gracia, manifestado progresivamente en la historia, pero siempre consistente en su sustancia: la promesa de redención mediante Jesucristo.

A diferencia de la teología bipactual, que distingue entre un Pacto de Obras con Adán en el Edén y un Pacto de Gracia tras la caída, la perspectiva monopactual sostiene que aun en la creación misma, Dios ya había establecido su pacto de gracia con la humanidad a través de Cristo, aunque la manifestación histórica plena de este pacto ocurriera tras la caída.

Este pacto eterno fue pactado en la eternidad entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y se centra en la redención del pueblo escogido. Así lo expresa Hebreos 13:20: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno”.

El pacto de gracia no es un plan de emergencia después de la caída. Es el desarrollo histórico del pacto eterno hecho en la Trinidad, centrado en Cristo como Mediador.

Esta perspectiva rechaza una lectura fragmentada de la Biblia. En cambio, afirma que el pacto de gracia comenzó en el jardín del Edén (aunque revelado progresivamente), y culmina en el Nuevo Pacto en Cristo.

El Fundamento Bíblico del Pacto, se puede visualizar de forma progresiva desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia narra una sola historia: Dios redimiendo a su pueblo mediante Cristo. Los pactos históricos con Noé, Abraham, Moisés, David y finalmente en Cristo, no son pactos diferentes en esencia, sino manifestaciones del mismo pacto eterno de gracia.

Veamos una panorámica de su desarrollo.

En Génesis 3:15, justo después de la caída, Dios promete a la descendencia de la mujer que herirá la cabeza de la serpiente. Esta es la primera proclamación del evangelio (protoevangelio) y apunta al mismo Cristo, el Mediador del pacto eterno.

Con Noé, Dios establece un pacto (Génesis 9) donde garantiza la estabilidad de la creación como base para la redención futura.

Con Abraham, el pacto se hace más claro: “en tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” (Génesis 22:18), y Pablo enseña en Gálatas 3:16 que esa simiente es Cristo.

Con Moisés, el pacto se expresa en la ley y los sacrificios, los cuales son sombras del verdadero Mediador (Hebreos 10:1).

Con David, Dios promete un reino eterno por medio de su descendiente, Cristo (2 Samuel 7:12-16).

En el Nuevo Pacto, en Cristo se cumple todo lo anterior. Jesús mismo declara: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre” (Lucas 22:20).

Por tanto, aunque los pactos bíblicos tienen distintas formas históricas (Noé, Abraham, Moisés, David, Cristo), todos son manifestaciones del mismo pacto eterno de gracia, cuya esencia es Cristo como Mediador y la salvación por gracia mediante la fe.

La teología monopactual no es simplemente una estructura teórica, sino una forma de leer la Escritura y la historia redentora con Cristo en el centro. Esto no significa que Cristo aparece solo en el Nuevo Testamento, sino que toda la Biblia trata de Él. Así lo afirmó Jesús a los discípulos en el camino a Emaús: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27).

Por tanto, el creyente que abraza esta teología aprende a ver a Cristo en Génesis, en el Éxodo, en los Salmos, en Isaías, en las profecías, en la historia de Israel. Esta mirada transforma la lectura bíblica en una experiencia profundamente cristocéntrica, donde cada página revela la fidelidad del Dios del pacto que cumple su promesa de redención.

Comprender que Cristo es el corazón del pacto eterno nos lleva inevitablemente a comparar esta verdad con otras formas de entender la historia redentora. ¿Cómo se diferencia esta visión monopactual de otras perspectivas pactuales dentro del cristianismo?

La teología bipactual, es común en los círculos reformados, enseña que Dios primero hizo un Pacto de Obras con Adán, que debía ser cumplido perfectamente para obtener vida. Luego, tras la caída, se introduce el Pacto de Gracia, donde Dios salva mediante un mediador.

Sin embargo, desde una lectura monopactual, se enfatiza que incluso la creación misma fue hecha “en Cristo” (Colosenses 1:16), y que el propósito eterno de Dios siempre fue llevar a su pueblo a la gloria en Cristo, no por mérito humano, sino por gracia desde el inicio.

Esto no niega la existencia de condiciones en los pactos históricos (como en Moisés), pero sí recalca que la salvación jamás fue por obras, ni antes ni después de la caída, sino siempre por gracia.

Incluso en el Edén, la humanidad vivía bajo el cuidado bondadoso de un Dios que caminaba con su criatura. Su propósito siempre fue tener una familia de hijos redimidos por medio de su Hijo eterno.

Este énfasis fortalece la visión de que la obediencia de Cristo es nuestra justicia, no la obediencia de Adán. El foco de la historia no está en la posibilidad de perfección humana, sino en la gracia soberana de Dios.

La teología no es solo un ejercicio teórico. Entender cómo Dios ha tratado a su pueblo nos transforma profundamente y da luz de cómo vivir para su gloria. 

Te comento 5 maneras prácticas en cómo afecta nuestra vida.

Nos forma una cosmovisión bíblica unificada. Muchos cristianos leen la Biblia como un conjunto de historias dispersas. La teología monopactual nos ayuda a ver que toda la Escritura cuenta una sola historia: la del Dios que salva a su pueblo por medio de Cristo. Esta comprensión nos da coherencia doctrinal, aumenta nuestra confianza en la Palabra y nutre nuestra adoración.

Nos ancla en la gracia. Entender que siempre hemos estado bajo la gracia de Dios, desde antes de nacer, nos libra del legalismo. Nos recuerda que todo lo que somos y hacemos depende de la misericordia del pacto.

Esto cambia nuestra motivación. No obedecemos para ser amados, obedecemos porque ya somos amados en Cristo.

Fortalece nuestra identidad como parte del pueblo del pacto. La teología del pacto nos da una identidad clara: somos el pueblo del pacto, hijos adoptivos del Padre, herederos con Cristo. Esto afecta cómo vivimos, cómo adoramos, cómo educamos a nuestros hijos, cómo enfrentamos el sufrimiento.

Nutre nuestra adoración y la vida familiar. Una fe centrada en el pacto de gracia transforma el hogar cristiano. Enseñamos a nuestros hijos no solo reglas morales, sino una historia: la historia del Dios del pacto que los llama a sí mismo. El culto familiar, la lectura bíblica y la oración se tornan momentos de recordar las promesas eternas de Dios.

Nos impulsa a la misión. 

El pacto de gracia es expansivo por naturaleza. Desde el principio Dios ha prometido un pueblo de toda tribu, lengua y nación.

Esto nos recuerda que la misión de la iglesia no es opcional: es parte del cumplimiento del pacto. Evangelizar es llevar a otros a conocer las promesas del Dios fiel.

Es seguro que al leer estas líneas son muchas más las interrogantes que nacen en nuestro corazón y esta debe ser una de ellas. ¿Cómo puedo aplicar esto en mi vida diaria?

Estudia la Biblia con una mirada del pacto: Lee las Escrituras preguntando: ¿qué me dice este texto sobre la fidelidad de Dios a su pacto?, ¿cómo apunta a Cristo?, ¿cómo este pasaje me llama a responder en fe?

Ora en base al pacto: Como lo hacían los salmistas. Clama a Dios no en base a tus méritos, sino a sus promesas eternas en Cristo.

Vive en obediencia por gratitud, no por temor: La teología monopactual nos lleva a obedecer no para ser aceptados, sino porque ya somos aceptados en Cristo.

Transmite esta visión a tu familia: Enseña a tus hijos a ver la historia de redención como una sola gran historia. Esto les dará raíces profundas y una fe robusta.

Glorifica a Dios con toda tu vida: Al entender que todo lo que haces, trabajar, criar, servir y descansar es parte de tu caminar con el Dios del pacto, puedes hacerlo con alegría y reverencia, sabiendo que tu vida está bajo su gracia.

La teología monopactual no es simplemente una doctrina sistemática, sino una llave que abre las Escrituras y transforma la vida. Comprender que hay un solo pacto eterno en Cristo nos da seguridad, identidad, propósito y gozo.

No es menor saber que el Dios que comenzó su pacto con Abraham lo continúa con nosotros hoy. Él es fiel. Él cumple su palabra. Y nosotros podemos confiar en Él para siempre.

Querido Hermano, al conocer más profundamente el pacto eterno de gracia, serás capacitado para glorificar a Dios en todas las áreas de tu vida, porque sabrás que todo… Tu salvación, tu obediencia y tu futuro descansa en la fidelidad inquebrantable de nuestro gran y eterno Dios.

Brown, M. G., & Keele, Z. (2013). Vínculo sagrado: Explorando la teología del pacto. Editorial Poiema.

  1. Nota aclaratoria de APR: La Teología Monopactual es uno de los marcos teológicos actuales que existen en al ámbito de la teologia reformada. ↩︎