La Vigencia de los Dones Espirituales Hoy

Por Pr. Carlos Vivanco

Desde una perspectiva Pentecostal Reformada

Introducción

La manifestación de los dones espirituales ha sido una realidad inquebrantable en la vida de la Iglesia desde sus primeros días. Según los relatos del libro de Hechos y las epístolas del Nuevo Testamento, el Espíritu Santo obra en los creyentes a través de los dones para edificar, exhortar, consolar y testificar del Evangelio de Jesucristo (1 Corintios 12:7; Efesios 4:11- 13). Los dones del Espíritu son evidencia tangible de la presencia divina y juegan un papel crucial en la expansión y fortalecimiento del cuerpo de Cristo. Sin embargo, no todos los creyentes comparten la misma perspectiva sobre la permanencia de los hechos espirituales. Mientras que continuistas, como pentecostales y muchos reformados, creen que los dones siguen activos en la Iglesia hoy, cesacionistas sostienen que estos cesaron tras el período apostólico. Este artículo examina la posición cesacionista, refuta sus argumentos con base en la Escritura, expone el testimonio histórico y resalta la importancia de los dones en la Iglesia contemporánea desde una perspectiva pentecostal y reformada.

A) La posición cesacionista

El cesacionismo sostiene que los hechos espirituales milagrosos, como la profecía, las lenguas y la sanidad, cesaron con el cierre del canon del Nuevo Testamento y la muerte de los apóstoles, con argumentos tales como:

  • La finalización del canon bíblico

Argumentan que los dones sobrenaturales tenían como propósito validar el mensaje del Evangelio y la autoridad apostólica hasta que se complete el canon bíblico. Interpretan el pasaje de 1 Corintios 13:8-10, que afirma que «las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará», como una referencia al cierre de la revelación escrita. Según esta postura, «lo perfecto» se refiere a la culminación de la Escritura. Con la finalización del canon, los hechos milagrosos habrían perdido su propósito.

  • La suficiencia de las Escrituras

El segundo argumento cesacionista sostiene que, con la Biblia como norma completa de fe y práctica, ya no se requiere la manifestación de dones espirituales para dirigir y edificar la Iglesia (2 Timoteo 3:16-17). Ellos consideran que depender de hechos como la profecía o las lenguas podría contradecir la suficiencia de la Palabra de Dios y poner en peligro la autoridad exclusiva de las Escrituras.

  • El testimonio histórico

Históricamente, sostienen que la práctica de los dones espirituales decayó después de la era apostólica, lo que sería una señal de su temporalidad. Según esta perspectiva, la desaparición de los dones es consistente con la falta de necesidad de validación apostólica y confirma que fueron un fenómeno exclusivo del período fundacional de la Iglesia.

B) Refutación escritural al cesacionismo

Los argumentos cesacionistas, aunque influyentes, no resisten el peso de la evidencia bíblica y patrística que testifica sobre la continuidad de los hechos espirituales. La Escritura muestra que los dones espirituales no están limitados a una época en particular, sino que son necesarios hasta el regreso de Cristo y la culminación del Reino de Dios.

  • La continuidad de los dones hasta «lo perfecto» (1 Corintios 13:8-12)

El texto de 1 Corintios 13:8-12 es central en el debate. «Lo perfecto» no se refiere a la finalización del canon, sino al estado glorificado del creyente en la segunda venida de Cristo. Pablo declara que «veremos cara a cara» y conoceremos «como somos conocidos», una descripción que alude claramente a la plenitud del Reino de Dios. En este contexto, las profecías, lenguas y conocimientos parciales serán innecesarios solo cuando Cristo regrese. Hasta entonces, los dones espirituales continúan siendo instrumentos esenciales para la edificación de la Iglesia.

  • La necesidad de los dones para la edificación de la Iglesia (1 Corintios 14:12)

Los dones espirituales son un medio para la edificación del cuerpo de Cristo. En 1 Corintios 14:12, Pablo exhorta a buscar los dones para «abundar en ellos para edificación». La función de los dones no cesa mientras la Iglesia necesita ser fortalecida. La profecía, las lenguas, la sanidad y otros dones son expresiones visibles de la obra del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Este ministerio no ha perdido relevancia; al contrario, sigue siendo vital para el crecimiento y la unidad del Cuerpo de Cristo.

  • El testimonio histórico de la Iglesia Primitiva

La idea de que los dones cesaron al final de la era apostólica no concuerda con el testimonio de los Padres de la Iglesia primitiva. Justino Mártir, en su obra «Diálogo con Trifón», menciona el uso de dones espirituales en su época. Ireneo de Lyon escribe en «Contra las Herejías» que «aquellos que son verdaderamente discípulos realizan milagros en su nombre». Tertuliano, Hipólito y otros Padres también mencionan dones de sanidad y profecía. Este testimonio patrístico refuta la idea de una cesación universal de los dones y muestra que la obra del Espíritu continuó en las generaciones posteriores a los apóstoles.

C) Los dones espirituales en la Escritura

Para comprender la vigencia y función de los dones espirituales, es necesario identificar y analizar los distintos grupos de dones mencionados en las Escrituras. Estos incluyen dones ministeriales, sobrenaturales, de servicio y manifestaciones del Espíritu, entre otros. Su clasificación no es rígida, pero cada uno cumple un propósito en la obra del Reino de Dios.

1. Dones ministeriales (Efesios 4:11)

Estos dones son dados para el liderazgo y la edificación de la Iglesia, capacitando a creyentes para roles específicos. Ninguno de ellos debe interpretarse como un título nobiliario (de nobleza), sino más bien como la oportunidad de presentar un servicio al cuerpo de Cristo. Somos llamados a servir y no a ser servidos. (Mateo 20:25-28).

  • Apóstol

Debemos saber diferenciar entre el Ministerio Apostólico y el oficio apostólico. Los primeros tuvieron un papel fundacional único junto a Jesús, con una autoridad y requisitos que no se volverán a repetir en la historia de la humanidad.(Efesios 2:20; Hechos 1:21-22) Los segundos son enviados especiales, llamados a plantar y supervisar iglesias. (1 Corintios 12:28; Hechos 14:14.) El oficio apostólico puede manifestarse hoy en misioneros y líderes con un llamado especial, con características especificas, pero nunca con la autoridad para colocar otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. (1 Corintios 3:11).

  • Profeta

Los profetas brindan edificación, exhortación y consuelo a la Iglesia mediante revelación divina. La profecía local no tiene la misma autoridad que la Escritura, (En el sentido de que está nunca contradecirá a la Palabra de Dios) pero sigue siendo vital para la edificación. No se trata de desorden incontenible ni griterío sin ton ni son, ya que los espíritus de los profetas está sujetos a los profetas. Siempre debemos ser cautos para no apagar al Espíritu, no menospreciar las profecías, examinar todo, y retener lo bueno. (1 Corintios 14:3,29-33; 1 Corintios 12:28; 1 Tesalonicenses 5:19-21).

  • Evangelista

Los evangelistas proclaman el evangelio de Cristo. Son llamados a compartir las buenas nuevas de manera apasionada y clara, alcanzando a los perdidos con el mensaje de salvación. Su misión es fundamental para el crecimiento y la expansión de la Iglesia, ya que, a través de su obra, muchas personas son añadidas al cuerpo de Cristo. Además de predicar, a menudo capacitan a otros para compartir su fe, promoviendo un movimiento continuo de evangelización en la comunidad cristiana. (Hechos 21:8; 2 Timoteo 4:5)

  • Pastor

El pastor tiene la responsabilidad de cuidar, guiar y enseñar a la congregación, velando por su bienestar espiritual y crecimiento en la fe. Debe dirigir, consolar y proteger al rebaño confiado a su cuidado, enseñando la Palabra de Dios con fidelidad. Es llamado a ser un ejemplo de vida piadosa y a proteger a la Iglesia de falsas enseñanzas, asegurando su salud espiritual. (1 Pedro 5:2-3; Hechos 20:28).

  • Maestro

El maestro es llamado a exponer y explicar la Palabra de Dios con fidelidad y claridad. Su tarea es instruir a la congregación, ayudando a los creyentes a comprender y aplicar las Escrituras en sus vidas. Además, debe enseñar con precisión, guiando a otros hacia un conocimiento más profundo de la verdad bíblica y promoviendo el crecimiento espiritual. (Romanos 12:7; Santiago 3:1).

2. Dones sobrenaturales o carismáticos (1 Corintios 12:8-10)

Los dones carismáticos manifiestan el poder sobrenatural de Dios y su obra activa en la vida de los creyentes, para edificación, exhortación y testimonio. Siempre se mueve en armonía con la voluntad de Dios y no de manera antojadiza o manipuladora por parte de los creyentes, ya que son distribuidos por el Espíritu Santo según Su propósito soberano. (Por cuestiones de espacio, sólo daré una muy breve descripción de cada uno de ellos, pero si está interesado en profundizar en algún don en particular, solicítelo en los comentarios).

  • Palabra de sabiduría y palabra de conocimiento

Hechos que permiten aplicar la sabiduría divina a situaciones específicas.
(1 Corintios 12:8; Colosenses 2:2-3).

  • Fe

Este don capacita a los creyentes para confiar en Dios en circunstancias extraordinarias. (1 Corintios 12:9; Mateo 17:20.)

  • Dones de sanidad

Capacidad para sanar enfermedades mediante el poder de Dios.
(1 Corintios 12:9; Hechos 3:6-8; Santiago 5:14-15).

  • Milagros

Realización de hechos que desafiaban las leyes naturales.
(1 Corintios 12:10; Hechos 19:11-12).

  • Discernimiento de espíritus

Capacidad de distinguir entre el Espíritu de Dios y otros espíritus.
(1 Corintios 12:10; 1 Juan 4:1-3).

  • Diversos géneros de lenguas e interpretación de lenguas

Hablar e interpretar mensajes en idiomas desconocidos.
(1 Corintios 12:10; 1 Corintios 14:27-28; Hechos 2:4-11).

Dones de servicio (Romanos 12:6-8)

Los hechos de servicio reflejan el corazón de Cristo mediante actos de servicio, generosidad y compasión hacia los demás. Su propósito es edificar a la Iglesia y satisfacer las necesidades de la comunidad, mostrando el amor y la gracia de Dios de manera tangible.

  • Servicio (diaconia)

Ayuda práctica para suplir necesidades.
(Romanos 12:7; Hechos 6:1-3).

  • Exhortación

Habilidad para animar y fortalecer a otros.
(Romanos 12:8; 1 Tesalonicenses 5:11).

  • Dar (generosidad)

Capacidad para contribuir materialmente.
(Romanos 12:8; 2 Corintios 9:7).

  • Liderazgo (gobierno)

Don de administración y dirección.
(Romanos 12:8; 1 Timoteo 3:4-5).

  • Misericordia

Compasión hacia los necesitados.
(Romanos 12:8; Mateo 5:7).

Manifestaciones del Espíritu

Estas manifestaciones son evidencias visibles de la obra del Espíritu «para el bien común» (1 Corintios 12:7).

  • Lenguas y danzas

Expresiones visibles de alabanza, edificación y adoración.
Citas bíblicas: 1 Corintios 12:10; 1 Corintios 14:26; Salmos 149:3; Salmos 150:4.

D) La necesidad del uso de los dones en la Iglesia

Desde su nacimiento, la Iglesia ha dependido, mediante el Espíritu de Dios, de los dones espirituales para cumplir su misión de glorificar a Dios y proclamar el Evangelio. Estos dones no son añadidos opcionales, sino que constituyen un componente central del funcionamiento y crecimiento del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:7, 11). El uso adecuado de ellos refleja la gloria de Dios, fomenta la unidad y guía al pueblo de Dios en su propósito eterno.

  • Edificación del Cuerpo de Cristo

Los dones espirituales son otorgados para la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 4:12). Cada miembro del cuerpo tiene una función específica, y el uso de los dones permite que la Iglesia crezca en unidad, madurez y poder. Pablo compara la Iglesia con un cuerpo humano, mostrando que cada parte debe cumplir su función para que el cuerpo esté completo (1 Corintios 12:12-27). El servicio, la enseñanza, la profecía y otros dones fortalecen a los creyentes y ayudan a la Iglesia a cumplir su misión.

  • Testimonio del poder de Dios

Los dones son también un testimonio del poder de Dios. Hebreos 2:4 señala que Dios confirmó el mensaje del Evangelio «con señales, prodigios y diversos milagros». Los dones no son elementos sensacionalistas, sino expresiones del poder de Dios que validan su mensaje y muestran su presencia.

  • Dirección profética y consolación

La Escritura, como Palabra de Dios inspirada, tiene una autoridad suprema que está por encima de cualquier profecía o mensaje local. Toda profecía dada en la Iglesia debe ser evaluada y juzgada conforme a la Escritura, ya que ella es la revelación completa, suficiente e infalible de Dios (2 Timoteo 3:16-17; 1 Tesalonicenses 5:20-21). La Biblia establece el estándar por el cual todo mensaje debe ser medido, garantizando que cualquier profecía no contradiga ni agregue doctrinas nuevas. De esta manera, la Escritura actúa como la norma reguladora y la guía definitiva, asegurando que todo lo que se profetice esté en conformidad con la verdad revelada de Dios y siempre sujeto a su voluntad revelada en las Escrituras.

E) Pentecostalismo y Teología Reformada: una visión compatible

Debo comenzar este punto mencionando que aquí me referiré al segmento reformado continuista, ya que al segmento cesacionista lo traté al principio de este artículo.

Aunque a menudo se perciben tensiones entre la teología pentecostal y la reformada, es posible encontrar un terreno común y una compatibilidad significativa cuando ambas tradiciones son examinadas a la luz de las Escrituras. La teología reformada, que enfatiza la soberanía absoluta de Dios en todas las cosas, incluida la obra del Espíritu Santo, comparte un punto de convergencia con la teología pentecostal en la afirmación de que el Espíritu Santo sigue obrando de manera poderosa en la Iglesia a través de los dones espirituales. En este sentido, ambas corrientes pueden beneficiarse mutuamente, enriqueciendo la comprensión y práctica de la fe cristiana.

La perspectiva reformada se centra en la majestad y soberanía de Dios, resaltando que toda obra de salvación y santificación proviene exclusivamente de Él. Esto incluye la distribución de los dones espirituales, que son otorgados por el Espíritu «según su voluntad» (1 Corintios 12:11). Por otro lado, el pentecostalismo subraya la experiencia personal y tangible del creyente con el Espíritu Santo, enfatizando que los dones, como la profecía, las lenguas y la sanidad, son una manifestación del poder y la presencia de Dios en la vida diaria de la Iglesia. Esta experiencia, lejos de contradecir la teología reformada, puede complementar su profundidad doctrinal al recordar a los creyentes que Dios no solo es un Ser distante, sino que es un Dios cercano que actúa y se mueve en el presente.

El principio de Sola Scriptura y la evaluación de los dones

Un punto de aparente conflicto radica en el principio reformado de Sola Scriptura, que sostiene que la Biblia es la única autoridad infalible para la fe y la práctica del cristiano. Algunos temen que la experiencia pentecostal, especialmente en relación con las manifestaciones del Espíritu, puedan desplazar la centralidad de las Escrituras. Sin embargo, una visión bíblica y equilibrada muestra que el ejercicio de los dones debe someterse siempre a la Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 5:21; 1 Juan 4:1). De esta manera, el uso de los dones no compite con la autoridad de la Escritura, sino que la confirma cuando se ejerce de manera bíblica.

El enfoque en la Soberanía de Dios

Desde la perspectiva reformada, el énfasis en la soberanía divina es central en todas las áreas de la teología, incluidos los dones espirituales. El Espíritu Santo, como agente soberano, distribuye los dones según su voluntad, no según los deseos o manipulaciones humanas (1 Corintios 12:11). Esto se alinea con la fe pentecostal de que los dones no son otorgados por mérito, sino por gracia, y deben ser administrados bajo la guía y dirección del Espíritu Santo. Este punto de conexión refuerza la idea de que ambos enfoques pueden trabajar juntos para edificar la Iglesia, evitando el sensacionalismo y el abuso, y promoviendo un uso reverente y bíblico de los dones.

Edificación de la Iglesia y unidad del Cuerpo de Cristo

La operación de los dones espirituales, entendida correctamente desde ambas tradiciones, tiene como propósito la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 4:12). Tanto reformados como pentecostales reconocen que el Espíritu Santo obra para fortalecer, consolar, exhortar y guiar a la Iglesia. La combinación de un enfoque doctrinal sólido y una experiencia viva del Espíritu es clave para que la Iglesia cumpla su misión de ser luz en el mundo. El movimiento pentecostal aporta una vitalidad y una expresión renovada de los dones, mientras que la tradición reformada ofrece una base teológica robusta y un enfoque en la centralidad de Cristo y la Palabra de Dios. Juntas, estas corrientes muestran cómo Dios sigue actuando de manera soberana y poderosa en su Iglesia.

Conclusión

La vigencia de los dones espirituales no es un tema secundario o un mero debate teológico; es una cuestión vital para la misión, la edificación y la unidad del cuerpo de Cristo. Desde una perspectiva reformada y pentecostal, los dones espirituales son una expresión del poder, la gracia y la soberanía de Dios en la vida de su Iglesia. Lejos de ser un obstáculo para la autoridad de la Escritura, los dones confirman y respaldan el mensaje del Evangelio cuando son ejercidos conforme a la Palabra de Dios.

La historia de la Iglesia demuestra que los dones han sido esenciales en la expansión del cristianismo, en el testimonio del poder de Dios y en la edificación del cuerpo de Cristo. Los dones no son solo para el beneficio individual, sino para el bien común (1 Corintios 12:7), mostrando el carácter de Cristo y atrayendo a otros hacia la fe en Él. La compatibilidad entre la teología reformada y el pentecostalismo subraya que Dios, en su soberanía, ha provisto a su Iglesia con los dones para edificarla, purificarla y equiparla para cumplir su propósito en el mundo.

Al buscar y usar los dones espirituales con humildad y bajo la dirección del Espíritu Santo, la Iglesia puede reflejar la gloria de Dios, crecer en unidad y cumplir su llamado de ser luz en el mundo. En un tiempo en que la Iglesia enfrenta numerosos desafíos, la manifestación de los dones espirituales sigue siendo una necesidad apremiante para mostrar al mundo la presencia viva y poderosa de Jesucristo, quien es el mismo «ayer, hoy y por los siglos» (Hebreos 13:8). La obra del Espíritu Santo, a través de los dones, nos recuerda que Dios sigue obrando de manera activa y poderosa, edificando su Iglesia y transformando vidas para su gloria.

Que la Palabra de Dios sea siempre nuestra guía suprema y que el poder del Espíritu Santo renueve y fortalezca cada día nuestro caminar en Cristo. 

Sólo a Dios sea la gloria, Bendiciones.


Bibliografía

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