
Por Cristian Fierro Paredes
En el Chile de hoy, el pentecostalismo sigue siendo una de las expresiones más visibles del cristianismo evangélico. Actualmente, en nuestro país se encuentran inscritas alrededor de 3.500 iglesias en los registros públicos, siendo tan popular que cada 38 horas se inscribe una nueva. Su fervor, compromiso con la fe e influencia en la sociedad son innegables. Sin embargo, dentro de este movimiento, existe una preocupación creciente respecto a la deshonestidad intelectual con la que algunos sectores presentan el evangelio, permitiendo el sincretismo y desdibujando las líneas de la sana doctrina. En muchos casos, esta deshonestidad intelectual, y su equivocada interpretación de las Escrituras, no es malintencionada, sino que proviene del desconocimiento del contexto, la despreocupación o, en algunos casos, la simple pereza de escudriñar las Escrituras con diligencia, poniendo una confianza ciega en que el Espíritu Santo inspirará al predicador sin tener una preparación previa y adecuada.
Déjame definir lo que entendemos por deshonestidad intelectual.
La deshonestidad intelectual en el contexto teológico ocurre cuando se manipulan las Escrituras, se extraen textos de su contexto o se presentan ideas sin un respaldo bíblico sólido. Esto no siempre es intencional, perocuando se persiste en errores doctrinales a pesar de la corrección y el análisis serio de la Palabra, se cae en una falta de integridad intelectual. Además del desconocimiento o la falta de estudio, otro factor que contribuye a este problema es el absolutismo religioso, este último de igual forma es un gran enemigo que manifiesta un corazón envanecido. Estaes una actitud en la que una persona o grupo cree poseer la única interpretación válida de la verdad divina, cerrando cualquier espacio para el diálogo, la autocrítica o la revisión doctrinal. Se caracteriza por una postura rígida que no admite cuestionamientos, promoviendo la obediencia ciega en lugar del discernimiento bíblico.
El absolutismo religioso se manifiesta en la creencia de que ciertos líderes o doctrinas son incuestionables, generando una cultura donde no se permite el análisis crítico ni la autocrítica. En el pentecostalismo chileno, esto se traduce en una resistencia al debate teológico y en la rápida descalificación de aquellos que cuestionan ciertas prácticas. Esto impide la corrección de errores doctrinales y refuerza la transmisión de ideas erróneas de generación en generación.
El absolutismo también fomenta una interpretación subjetiva de la Biblia, donde se enfatizan ciertas doctrinas de manera unilateral, sin considerar el contexto histórico, cultural, social, gramatical ni la interpretación global de las Escrituras. Esto contribuye al sincretismo y a la distorsión del evangelio.
Es de conocimiento general como el sincretismo en el pentecostalismo chileno ha sido tormentoso para los muchos feligreses que, lejos de vivir y disfrutar un cristianismo sano, llevan vidas con un peso terrible de tradición y doctrinas de hombres en sus hombros.
En varios sectores del pentecostalismo chileno, se pueden observar elementos sincréticos, tales como:
- Ritos y prácticas que carecen de base bíblica, como la unción de objetos para otorgarles poderes especiales.
- Un Evangelio centrado en lo emocional, donde la experiencia personal y los sentimientos se colocan por sobre la autoridad de la Escritura.
- Enseñanzas de prosperidad, que presentan la bendición de Dios en términos de éxito económico y salud, dejando de lado el llamado a la santidad y la obediencia.
- La influencia de creencias populares, como el uso de objetos específicos para recibir «protección espiritual», lo cual recuerda prácticas ajenas al cristianismo bíblico.
El deseo de mi corazón es un llamado al diálogo sincero y constructivo, tal cual lo expresó el apóstol Pablo:
«Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz» (Efesios 4:3).
Este artículo no busca condenar, sino invitar a un análisis sincero. La crítica debe estar basada en el amor y eldeseo de ver una iglesia más fiel a las Escrituras. Es necesario un diálogo donde pastores, líderes y creyentes puedan evaluar sus enseñanzas y prácticas a la luz de la Biblia. No se trata de descalificar el pentecostalismo, sino de animar a que se vuelva a sus raíces bíblicas, rechazando aquello que desvirtúa el mensaje de Cristo.
Para ello, es esencial fomentar una cultura donde se valore el estudio profundo de la Palabra y se fomente el pensamiento crítico fundamentado en la Escritura. La iglesia no debe temer a la discusión teológica, sino verla como una herramienta de crecimiento y purificación doctrinal.
Una invitación a la reflexión y a la reforma
El movimiento pentecostal en Chile tiene una rica historia de evangelismo y fervor por Dios. Sin embargo, el amor por la verdad debe llevarnos a cuestionarnos si estamos transmitiendo el evangelio fielmente. La Palabra de Dios nos llama a adorar «en espíritu y en verdad» (Juan 4:24), lo que implica un compromiso con la Escritura por encima de tradiciones humanas o influencias externas.
Este artículo tiene como propósito servir como un punto de partida para un diálogo respetuoso y edificante dentro del contexto de la iglesia chilena. En tiempos donde las diferencias doctrinales pueden generar divisiones innecesarias, es fundamental recordar que la verdadera fidelidad no radica en la rigidez dogmática, sino en la disposición humilde de reconocer nuestras limitaciones y someter nuestras convicciones a la autoridad suprema de la Palabra de Dios.
Dios nos exhorta por su Palabra: «Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis lavida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí» (Juan 5:39). Por ello, nuestra meta no debe ser simplemente ganar debates, sino crecer en el conocimiento de Cristo y en la edificación del Cuerpo de la Iglesia (Efesios 4:12-13).
El estudio teológico no es un lujo ni una opción secundaria en la vida cristiana, sino un llamado a profundizar en laverdad de Dios con un corazón rendido y humilde. Como dice el apóstol Pablo: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la Palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15).
Que este artículo motive a cada lector a buscar con pasión la sana doctrina, no como un fin en sí mismo, sino como un medio para glorificar a Dios y servir mejor a su pueblo.
La iglesia en Chile necesita hombres y mujeres con convicciones firmes y corazones dispuestos a ser moldeados por la verdad revelada. No debemos temer el estudio profundo de la Escritura ni rehuir el debate doctrinal cuando se haga con amor y verdad. Como exhorta Proverbios 2:3-5: «Si clamares a la inteligencia, ya la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios».
Que este llamado despierte en cada creyente un anhelo renovado por la pureza doctrinal y una búsqueda constante de la voluntad de Dios en medio de Su pueblo. Que en toda enseñanza y discusión, nuestro mayor deseo sea el mismo del salmista: «Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley» (Salmo 119:18).